jueves, 6 de noviembre de 2008

Ora la pluma, ora la espada

Sentado en un banco de piedra, escribo lo que Usted lee. Tengo lo siguiente en mente: Dentro de una cantidad determinada de tiempo, la civilización llega a un punto tal en el que ya no se profesan –ni se recuerdan– las armas. Pienso que quizá para hacerlo más interesante podría introducir algún personaje y reducir el espacio del narrador mediante diálogos. Quizá algún compañero de la facultad. Usted me mira con cara de nada y yo le sonrío, pero no a Usted sino a un amigo que acaba de salir de una clase y camina en mi dirección. La casualidad de que él se me acerque en la realidad justo cuando pensaba introducir un personaje en el relato que estoy escribiendo me hace cosquillas. Mi amigo me cuenta sobre un nuevo trabajo que tiene de redactor de cultura para un periódico. Busco un café y te sigo contando. Yo no dije eso. Lo dijo mi amigo, que ya no está. Yo sigo de redactor para Usted. Cuando se acercó mi amigo detuve la música que estaba escuchando y ya no la volví a reanudar. Ahora escucho los ruidos de fondo. Uno de ellos es un profesor dando clase. La estructura del título es de Caballerías, pero inmediatamente transporta el texto a otro nivel y, así, se transporta a sí mismo a otro nivel. No es un caballero, (recuerden que lo armó caballero un ventero para deshacerse de él), no sabemos muy bien por qué lo de ingenioso (término complejo por posibles connotaciones; nos ubica y a la vez desubica en el contexto), su nombre rima con estricote, pipote, y bobote y, por último, es natural de un lugar –tan cercano, física y conceptualmente, al lector como lejanos son Gaula o Boecia– famoso por sus quesos viejos y el carácter basto de su parla castellana. Tal es el poder de la desautomatización. Ahora sabe Usted por qué no me gusta escribir en la facultad. Demasiadas digresiones, demasiados libros abiertos, gente que pasa que conozco, como Usted o como mi amigo; pasa uno de los del sindicato de estudiantes pidiendo firmas; muy poco literario. A mí lo que me interesa es narrar la historia ésta. Dentro de una cantidad determinada de tiempo, la civilización… Dentro de una cantidad determinada de tiempo, la civilización será un mero desdoblamiento ideologizado de las noticias que salen en los periódicos. ¿Entiendes? Mi amigo sostiene las hojas grises en la mano y me mira con una furia ironizada que comprendo sutilmente. Será al revés, ¿entiendes? Quizá ya haya sucedido y no nos hayamos dado cuenta; pero en el futuro será tan diáfano como el agua. Nosotros seremos la interpretación de los diarios. Los diarios serán la realidad y nosotros seremos los encargados de tergiversarlos ideológicamente y viviremos así. Se le escapa una sonrisa. No a mi amigo, sino a Usted. Mi amigo está tan serio como Amadís de Gaula. Pero no cree lo que dice; no creo que lo crea. Al menos yo no creo lo que dice. La literatura era profundamente alegórica, como mínimo desde sus orígenes bíblicos. Cervantes emprende un proceso de desalegorización literaria al introducir la realidad en la literatura. Somete todas las formas literarias anteriores a la prueba de la realidad; introduce el tiempo y el espacio, conceptos que necesariamente rompen consigo mismos en el proceso, el texto asume la lucha de tiempo y espacio. Desde el momento en que todos los géneros literarios aparecen en el Quijote, nos vemos obligados a estudiarlos. ¿Cómo los trata? ¿Qué persigue? Si confiamos en el prólogo cervantino, el autor tenía como fin acabar con las formas literarias vigentes, formas que habían sufrido una decadencia certera, tanto moral como (y tanto más importante) literaria. Es menester apreciar la capacidad del autor de acabar con el mismo género literario en el que la obra, formal y estructuralmente, se inscribe perfectamente. Cervantes no necesita recurrir a la destrucción física de los libros que deseaba finar, como lo intentaba la Iglesia, con muy escasos resultados. Él tenía una herramienta muchísimo más efectiva: su pluma. Es para la sección cultural, quieren que escriba reseñas muy personales (palabras exactas) de libros contemporáneos. Pero ¿qué significa contemporáneo si el tiempo es circular y todos los libros ya fueron escritos? Creo que la primera va a ser sobre El asno de oro de Apuleyo. Ahora mismo el tiempo y el espacio de todo el universo coinciden con el cambio de clase, o ¿cómo vas a explicar toda la gente que está saliendo de clase y llenando el patio con sus pisadas y humo de tabaco? Mi amigo es el tipo de cínicos que a cada rato dice alguna cosa sobre el tabaco. Ahora, por ejemplo, estoy fumando y no puedo evitar pensar en todas las veces que alguien utilizó esas palabras para referirse a una situación totalmente adversa a la que sugieren las palabras. Todos estos estudiantes entre clases, ¿están fumando o no? A mí lo que me interesa es la gente que no está fumando y que aún así tiene la posibilidad de decir “estoy fumando”, o de decir esto no es un estricote, pipote. Intento hablar pero me calla con un dedo y sigue. Me interesa la gente que puede usar la palabra estricote sin saber lo que significa realmente o que puede grabar un poema caballeresco en la corteza de un árbol; no existe el caballero y por ende no existe el poema ni el árbol, por más que los pudieran hallar enteros y que se pudiesen leer después que a él allí le hallaron. Me interesa saber que el cambio de clase me corresponde y que tengo la opción de irme a clase ahora mismo. Nos saluda a mí y a Usted y se retira en silencio, sin darme tiempo de réplica. Poco a poco la gente se va yendo, el claustro cobra una personalidad más sigilosa, íntima, y después de una cantidad determinada de tiempo la civilización llega a un punto tal en el que ya no se profesan –ni se recuerdan– las armas. Me distraigo con la voz de una profesora. Todas las crónicas de Indias, desde la primera hasta la última, se rigen bajo el providencialismo. La conquista es designio de Dios, Colón fue elegido por Dios para llevar a cabo la conquista. Los cronistas toman como señal el hecho de que Colón haya tardado exactamente treinta y tres días en llegar a América y no falta quien le encuentre alguna etimología divina al apellido del viajero. El Inca Garcilaso de la Vega alega que los incas tenían una fe cristiana latente que pudo brotar con la llegada de los españoles. Guaman Poma de Ayala, en cambio, afirma que había cristianismo en los Andes previo al imperio Inca, pero que los incas destruyeron todas las pruebas. Ante el hecho del descubrimiento de un nuevo continente, los cronistas vuelven sobre la Biblia ya que era imposible que Dios se haya olvidado de una porción tan grande del universo. Así, se llega al extremo de decir que Salomón estuvo en América y que sus referidas islas míticas de Ofir y Tarsis eran La Española (actual Santo Domingo) y el Perú, respectivamente. Y no sucede sólo con la Biblia sino con todos los clásicos. El nuevo continente les sirve para confirmar la antigüedad. Francisco López de Gómara (confesor de Cortés) razona que la Atlántida platónica es en realidad México, basándose en el hecho de que atl en su lengua significa agua. Usted se encuentra dentro de la civilización precisamente en este contexto histórico. Usted ha olvidado totalmente las armas. Usted vive en un mundo en el que la agresión física es obsoleta, jamás un padre le levantó el puño a su hijo, ni un país invadió a otro, ni un niño le tiró piedras a un gato. Me distraigo con la voz de una profesora. A la par que un declive absoluto de las armas, la civilización es protagonista y testigo de un proceso de perfeccionamiento de la palabra, tanto oral como escrita, sin precedentes. Aquí es donde la cuestión se pone jugosa. Inimaginable es para nosotros el grado de especificidad y matiz que se logra, el auténtico auge del poder de la palabra. Pero no es inimaginable para Usted, ya que Usted se encuentra en la civilización precisamente en este contexto histórico. Para Usted esta es una mera descripción anacrónica y vaga de su situación actual. Pero Usted es precipitado y no se da cuenta que el tiempo irá pasando, y el tiempo de narración, y el tiempo histórico; Usted podrá conocer su futuro. A Bartolomé de las Casas le hablaban los indios sobre dos diluvios, el que hubo y el que vendrá. El diluvio es un mito universal, con lo cual cabe pensar que históricamente hubiera habido un diluvio pangeográfico dentro de las proximidades temporales del recuerdo remoto de un pueblo, cualquiera sea su origen. En el Popol Vuh conviven tres tiempos; el lineal, el más simple para nuestra cognitiva, pero también el simultáneo y el circular. Con la quema de Utatlan, evidentemente de mano española, viene el éxodo de sus habitantes; uno de ellos tiene aprendido de memoria el Popol Vuh (que, como les he dicho antes, significa palabra de la comunidad). Aprovecha la grafía cristiana para transcribir la obra desde su quiché oral (lengua que nunca había conocido más que el jeroglífico, hoy indescifrable) a una escritura fonética. El Popol Vuh cuenta el pasado del pueblo quiché, el presente del pueblo quiché y, también, cuenta el futuro del pueblo quiché. Por el pasillo se vislumbra a contraluz la silueta in crescendo de una compañera que se acerca paulatinamente a mi banco. Usted está leyendo en voz alta de un tomo grande, con hojas finas y letras muy pequeñas: Onze días a la par que un año deberá vuestra merced tomar el camino de Septentrión, ora a caballo, ora al ritmo de los vuestros hinojos, puesto que con toda seguredad deberá complir una tercia parte caminando por peligros riscos y medrosos pasajes, para alcanzar el pago que aquí refiero. Procure de haberse de muchos bastimentos y no se detener por cosa alguna, sobro todo en encontrando bárbaros de aquellos, que no todos son dispuestos al designio de Dios que muchos dellos son caníbales y de mucho les valen cristianos corazones para sus ritos y hechizerías. No le hará de poca falta una lengua que hable en cristiano que mediante él podrá vuestra merced defenderse de las tribus peligrosas y luego en llegando a su destino le servirá para aprehender y delectarse con los muchos y muy fabulosos fenómenos de la manera de hablar de estas criaturas de Dios, que ningún peligro le causarán a vuestra merced puesto que ya están bien enseñados en las gracias y maneras de Dios y del buen cristiano. Sírvale a vuestra merced el ejemplo antes dado por ésta mi pluma; aquella sobre el tipo de verbo por ellos usado que, en lugar de dar seña de la acción llevada a cabo, paresce referirse de todo lo contrario. Esto es, en diciendo solamente una palabra, espresan todas las acciones que no fueron sucedidas en aquel momento. Es una señora mucho mayor que yo, con la cual suelo tener charlas muy divertidas, sobre todo por sus altos niveles de apasionamiento que, a menudo, son sumamente contagiosos. Le da fuego a un porro que traía armado y comienza a contarme una idea que se le ocurrió anoche. Es así en plan futurista, ¿vale? Se me ocurrió tras una reflexión sobre el movimiento feminista que, por suerte, he visto crecer tanto estos últimos años. (Recuerda que yo me crié con El Caudillo). Dentro de una cantidad determinada de tiempo, la civilización llega a un punto tal, ¿justo esas palabras vas a usar? interrumpo. Usted no me lo va a creer. Mucha casualidad. Pero ella me mira con cara de indescifrada y decido contarle la coincidencia después. Entonces, llega a un punto tal en el que el sexismo es enteramente cosa del pasado, además de la total carencia de violencia física de cualquier tipo. La diplomacia es absoluta, todo se resuelve mediante discursos, debates, sindicatos, reuniones, ofertas, contraofertas, etc. Nadie sabe lo que es un puño cerrado, nadie lo que significa linchar, nadie lo que una violación. Ya sé lo que va a decir Usted pero prefiero calle por ahora. Que a mí las casualidades me gustan mucho. Esto implica que el uso de la palabra evoluciona de una manera inaudita, fácil es explicarle a un niño las raíces cuadradas a los tres años, la física cuántica se da en primaria. Todo esto no porque la gente sea más inteligente, sino porque todo está mucho mejor explicado. El concepto de paradoja binominal es de una simpleza rayana con lo grotesco y se opta por entretener el coco con una especie de mezcla entre la paradoja y el silogismo en la que se presentan series de ocho cláusulas, cada una deducida de la anterior, y se forman contradicciones tridimensionales que, a la vez, se van anulando cada vez que se pronuncia la próxima cláusula, hasta el momento en el que, por una estructura “circular” se vuelve, forzosamente, al principio. Esto me lo voy inventando con la marcha asique no le busques sentido. Lo importante es lo siguiente: le da una última pitada al porro y me lo pasa. Yo fumo un poco y se lo paso a Usted. Lo importante es lo siguiente: Ya sé sobre qué va a ser mi primera reseña, me dice mi amigo desde atrás. Mi amigo, al que no había escuchado llegar, es solamente una voz, está justo atrás mío y yo decido dejarlo así. Siento que me están dictando un relato. Lo voy a hacer sobre un libro que se ha escrito dentro de diez años. Contemporáneo ni contemporáneo. ¿Qué es contemporáneo? Algo escrito hace diez años, lo consideran contemporáneo, ¿no? ¿Entonces por qué no algo escrito dentro de diez años? La distancia hacia el presente es la misma, si fueras a dibujar una línea de tiempo –a escala– ocuparía la misma cantidad de cuadraditos para un lado que para otro ¿O contemporáneo, que existe en el mismo tiempo, es solamente lo que está pasando ahora mismo? Está decidido, voy a reseñar, de manera personalísima (es decir, la voy a destrozar), una obra escrita dentro de diez años. Del paraninfo sale una melodía coral acompañada de un órgano de viento que, agregada a la arquitectura nostálgica del edificio, da un aire anacrónico que me permite plantearles a mis amigos que quizá estemos en el pasado. Se ríen de mi pretenciosa simpleza. Mi amigo se retira en silencio, sin que yo me entere. Nunca se terminó de sentir cómodo con la otra (siendo totalmente sincero, creo que tampoco se terminó de sentir cómodo con Usted). La otra reanuda su explicación. Lo importante es lo siguiente: ante la total inactividad de la violencia, la mujer (como colectivo) gana un poder extraordinario ante el hombre. Cuando acudir a la violencia es inconcebible, la mujer se muestra exponencialmente superior. Entonces pasa esto: uno de los gatos que anda siempre por mi facultad. El que la falta un ojo. Tiene un solo ojo y con el que no tiene me mira como sabiendo algo, como si viéndome a mí mirase en realidad un espacio vacío ocupado por los años. Entonces pasa esto: La mujer comienza a esclavizar al hombre. Siempre mediante la palabra, lo manipula de tal manera que resucitan palabras como violencia, agresión e incluso linchamiento. Todo por la vía oral, por supuesto. Así, el hombre se convierte en un objeto sumiso, predispuesto y vulnerable a las violaciones dialécticas del sexo opresor. ¿Qué te parece? Quizá al final un hombre, ante la profunda frustración diaria, le termina pegando un golpe a su mujer y así despierta revolucionariamente una herramienta humana tan caída en desuso. Quizá el primer golpe se lo da un hombre a sí mismo, entre lágrimas catárticas de indignación y recién el segundo paso es el ataque a la otredad, comenzando un efecto bola de nieve; siempre se dijo que las modas se repiten. Recién ahora decido contarle a ella mi idea. Pero ya no parece tan raro que los dos hayamos pensado algo tan parecido, ni siquiera que haya empezado usando las mismas palabras, y las mismas que usó mi amigo para introducir tan diversa materia. Todo parece tener sentido. La mía es muy parecida, pero sin el moralismo sexista (se ríe), y un poco más violenta. En la mía la agresión dialéctica se vuelve una herramienta tanto o más efectiva que la física. Un hombre puede matar a otro hiriendo mucho sus sentimientos. A través de altoparlantes se destruyen pueblos enteros. Los suicidios a veces son accidentales, producidos por una profunda reflexión auto flagelante. Pero creo que me la copié de vos a la idea, le admito. Al principio no me daba cuenta. En este punto Usted se gira y comienza a contarnos una muy increíble casualidad (pero en un momento se detiene y me pregunta ¿estás escribiendo todo lo que voy diciendo?) Eso ponlo entre paréntesis.