¿Qué dicen, abro una sección de "mariconadas"?
The earth has many keys.
Where melody is not
Is the unknown peninsula.
Beauty is nature's fact.
But witness for her land,
And witness for her sea,
The cricket is her utmost
Of elegy to me.
Emily Dickinson, poema nro. 1775
domingo, 27 de septiembre de 2009
Parche
Labels: Decorativas
viernes, 25 de septiembre de 2009
Ovis canadensis
El labio superior curvado hacia dentro de este carnero de las Rocosas (arriba) señala el preludio del acoplamiento durante la época de celo en el Parque Nacional de Yellowstone.
Labels: Dibujo
sábado, 12 de septiembre de 2009
Luz azul (lo que dice Wesley)
I
LYUDMILA
Había hecho lenguado al horno con papas. Cuando lo sacó del horno, se dio cuenta de que había encogido mucho, y que no alcanzaría para todos. Sin decidirlo conscientemente, servía el pescado en dos platos y las papas en los otros tres. Los repartía como esperando que nadie se diera cuenta de lo que había hecho. Los platos de pescado se los servía a Dmitri y a Stèpan. Durante la cena, todos miraban para abajo, menos Dmitri y Stèpan que se miraban a los ojos el uno al otro. Mientras comían el lenguado, sus cabezas se iban agrandando y agrandando. Luego estaban mirando un documental en la televisión sobre delfines. El documental retrataba un grupo de delfines del cual uno de los integrantes se había extraviado. En un momento, la madre se giraba para decirle algo a Dmitri y entonces se daba cuenta de que no estaba. Los demás tampoco estaban. En la televisión se veía una imagen fija de una familia comiendo. Luego la televisión ya no estaba, ella se encontraba nadando, en su conciencia era un delfín, pero si se miraba el cuerpo era un cuerpo humano normal, desnudo. El agua estaba muy fría y la hacía temblar. El sentimiento de perdición y desarraigo de su grupo de delfines era inmenso, finalmente despertó. Dmitri no estaba en la cama. Por un segundo sintió un profundo miedo, como si se hubiera extraviado de verdad y para siempre. Luego lo encontró de pie contra la ventana, mirando hacia afuera. La ventana estaba abierta y por ella entraba una brisa fría y el sonido del arroyo.
LA NIÑA
Era un día de verano en la playa. Tenía las manos totalmente llenas de arrugas, y entraba y salía del agua con una compañera de la escuela, jugando en la arena o saltando desde un pequeño muelle al agua. Constantemente reían, sin que sucediera nada gracioso. Cuando salían del agua rápidamente volvían a sentir el sol que las quemaba con fuerza y volvían corriendo al agua, salpicándose entre sí y riendo. En un momento jugaban a hacer la plancha, viendo quién aguantaba más tiempo sin comenzar a hundirse. Un rato después, ya no se hundían, permanecían haciendo la plancha por lo que parecía horas y horas. Luego su compañera ya no estaba, estaba ella sola que flotaba cada vez más lejos de la orilla, pero sin asustarse. Levantando apenas la cabeza, veía cómo las dunas de arena y el muelle eran cada vez más pequeñas, hasta que ya no se veían, y ella flotaba, feliz, mar adentro. Luego se ponía boca abajo, todavía flotando, y sin pensar en que no podía respirar, miraba hacia el fondo del mar, donde sucedían historias nítidas de peces que hablaban y sonreían, de caballitos de mar con montura y riendas, que eran montados por otros animales que también hablaban, sonreían, reían. Una melodía simple y alegre le venía a los oídos desde todas las direcciones. Lo que veía en el ambiente azul tenía la estética casi de un dibujo animado, pero sin que la fantasía la alejara de lo que sucedía, que era real. Todavía flotando en la superficie, empezaron a aparecer sirenas –hombres y mujeres- que vivían en castillos de oro y arena, ellos también tenían historias que ella presenciaba, y rápidamente comenzaba a identificar los distintos personajes. Aquél el príncipe, aquellos el rey y la reina, más allá los súbditos, un poco más gordos pero igualmente sonrientes y habladores. Entonces veía a la doncella, y en el proceso de examinarla, ella misma se convertía en la doncella, que nadaba y sonreía y hablaba con el resto, un pelo rubio y voluminoso suspendido en el agua ondulaba al compás de las corrientes marinas. Diferentes situaciones se sucedían una a otra en diferentes espacios del palacio y del reino, con diferentes tipos de peces sonrientes y carismáticos. Generalmente estaban más bien en el fondo del mar, y sobre él se erguían el palacio, los jardines, los campos. Corrían también ríos por el fondo del mar, con orillas pobladas de árboles, diferentes monos sonrientes y enternecedores cruzaban en dos patas los ríos, con las manos bien alto, saltando como al compás de unos tambores. Durante la noche se despertó levemente dos o tres veces, sorprendida por el sueño que no tenía precedentes en cuanto a nitidez, alegría y fantasía. Cuando se volvía a quedar dormida podía continuar el sinfín de episodios subacuáticos. Finalmente estaba el sol en la ventana llenando la habitación, mientras su madre la despertaba con cariño, acariciándole el pelo. Llena de amargura, se sentó en la cama y miró a su habitación y a su madre, con una infinita desazón y muy pocas ganas de vestirse y tomar el desayuno, antes de ir a la escuela.
DMITRI
Estaba sentado con su familia, en silencio. Uno de los chicos, o todos a la vez, de pronto hacía notar que se estaba inundando la cocina. Pero la comida seguía con tranquilidad. Se sentía el agua en los pies, la última en notarlo fue la niña, cuyos pies no llegaban al piso. Está linda, decía, y comenzaba a mover los pies hacia adelante y hacia atrás con placer. Mientras ella hacía esto, toda la cocina parecía hamacarse en ambas direcciones. Se fue llenando la cocina de agua gradualmente, de pronto la mesa estaba flotando, y mientras el agua subía, lo hacía también la mesa con la vajilla y la comida, pero ellos permanecían sentados, mirándose el uno al otro. Cuando el agua llegaba al techo, y entraba en contacto con los tubos de luz, un cortocircuito anticipaba la oscuridad absoluta. Pero la oscuridad iba clareando con una luz azul que finalmente dejaba ver en todas las direcciones. Lyudmila y los tres chicos eran ahora unos monstruos espeluznantes, con tentáculos y aletas y grandes dientes. Pero permanecían sentados en sus sillas, mirando al centro del círculo, como si allí hubiera un fuego. Había un silencio que de vez en cuando rompían ruidos lejanos de animales extraños. A cada rato se miraba las manos y constataba que él no era un monstruo de aquellos, y esto lo tranquilizaba. En un momento Stèpan se ponía de pie y cubría pausadamente la distancia entre los dos. De repente era patente que lo que se acercaba era un espejo, y entonces Dmitri se miraba y veía que, efectivamente, también era de esa especie asquerosa. Lo de mirarse las manos ya no funcionaba. Él también estaba compuesto de tentáculos y aletas y grandes dientes que sentía dentro de la boca. Comenzaba a comunicarse con su familia haciendo ruidos extremos y movimientos abstractos que él mismo no entendía al emitirlos. Pero de pronto entendía que estaba involucrado en una pelea que no tardó en volverse física. Lo último que recordó antes de despertar fue un miedo profundo, un intenso olor a putrefacción que veía y escuchaba, y unos dientes clavándose con fuerza en su vientre. Aterrado, miraba las vigas de madera en el techo, despertándose de a poco a la par que su ritmo cardíaco volvía a la normalidad.
Con lanzas cazaban peces y cangrejos en un río. Era más bien una laguna con forma de río y agua corriente, no era muy largo, de unos diez metros, con los límites bien marcados río y arriba y río abajo. Tampoco era demasiado ancho. Como una parcela de arroyo, muy prolija, con fronteras hacia dos llanuras de pasto seco, una arriba de la otra. Las orillas eran de una arena gruesa mezclada con piedras y caracoles. No había más de tres o cuatro peces y una cantidad similar de cangrejos, con lo cual rápidamente los habían cazado todos. Formaban un grupo de tres o a veces cuatro, incluyéndose a sí mismo. Estaban constantemente cantando a coro, pero eran canciones sin letra, melodías inconclusas, con algún que otro fonema inteligible entre sonidos extraños y poco humanos. Algunos tenían tatuajes vagos que no aludían a nada en concreto. Esto posiblemente era la causa, o quizá la consecuencia, de que se haya formado a la idea de que eran piratas, él también. Tras un grosero festín de carne cruda, comenzaban a caminar río arriba, pero mientras caminaban el límite del río seguía siempre a la misma distancia. De pronto la corriente se hacía más fuerte que ellos. Se dejaban llevar por la corriente, pero mirando hacia arriba y sin nunca dejar de cantar, finalmente desembocaban en una pequeña laguna de agua salada. Despertó y se encontró en su cama, mirando un cuadro de un barco antiguo, tipo carabela, que se encontraba colgado en la pared opuesta. No le parecía raro que estuviera ese cuadro ahí, más bien le daba la seguridad de que había despertado de un sueño y que estaba a salvo. No se daba cuenta de que todavía soñaba, de que ese cuadro de la carabela era una mezcla entre una fotografía que se encontraba en un aula de su antigua escuela y una modesta acuarela pintada por su abuelo y colgada en el comedor del mismo. Ante la seguridad de mirar el cuadro y todavía soñando, lograba volver a dormir. Se encontraba en un río muy similar al soñado anteriormente y, con ligeras variaciones, todo sucedía igual que antes. Cuando llegaba al depósito de agua salada, volvía a despertar, esta vez buscando el cuadro del barco. Como si el peligro hubiera sido mucho más grande, o el cuadro un objeto más confortador y garante, verlo allí colgado lo llenaba de tranquilidad. Esto sucedió varias veces al hilo, sin despertar realmente. Pero cada vez el cuadro era algo más importante y buscado al despertar, a la vez que el sentimiento de terror, que no sentía mientras la corriente lo llevaba río abajo hacia el agua salada, que sólo aparecía al "despertar" y buscar el cuadro, tenía también un efecto creciente de agobio. Finalmente, este pánico fue mayor que el bienestar brindado por la imagen del barco y despertó. La noche seguía totalmente cerrada, no debía ser más de la una de la mañana. Se quedó desvelado varias horas, pensando en lo que había contado su hermano, en su posible veracidad; un pensamiento lógico y un recorrido de los argumentos a favor y en contra era acompañado por imágenes pasajeras y muy visuales, de hombres-mono sumergidos en el agua, cazando peces con las manos, y también de él mismo nadando en la playa, manteniendo la respiración para bucear hacia el fondo en busca de caracoles y piedritas, saltando de altos acantilados a la inmensidad del mar, etc. En realidad, pensar que pudiera ser cierto lo llenaba de un placer secreto e indescriptible, mirando hacia el pasado o hacia el futuro (que en este caso parecían iguales) se imaginaba un mundo de poetas nadadores y cantores que sólo juntaban caracoles y piedritas para mostrárselas unos a otros. Comenzó a hacer un repaso de ciertos instintos humanos sobre el placer brindado por el agua, veía playas llenas de gente abstraída del tiempo y del mundo, feliz. Pensó en la tipología nostálgica del marinero. Examinó las posibilidades de una serie de poemas sobre el asunto. Algunos versos le vinieron a la mente mientras se volvía a quedar dormido, versos que en ese puente entre el sueño y la vigilia tomaban un cariz colorido y mágico.
II
Son los años sesenta, en ningún lugar. Una familia se encuentra sentada a la mesa, en una cocina amplia. La madre, con un delantal a cuadros, sirve los platos de comida; los vasos de jugo, agua, vino. En la mesa está el padre; una niña de unos ocho años; un joven de diecisiete o dieciocho. Hay también un lugar vacío, con la vajilla puesta. La ventana delata una noche despejada. Cuando están a punto de empezar a comer, entra el quinto integrante de la familia. Pide perdón rápidamente mientras ocupa su sitio y, sin pausa alguna, hilvana la disculpa con lo que será la conversación de la cena.
STÈPAN.- Tengo una noticia espeluznante.
LYUDMILA.- ¿Malas noticias? ¿No podríamos tener una cena placentera alguna vez.
STÈPAN.- No, no son malas noticias. Son muy buenas, muy raras y muy buenas. Encontraron el eslabón perdido.
SERGEI (Cínico).- ¿Eso qué es exactamente? ¿Un gorila que habla?
DMITRI.- Es un término que usan los medios de comunicación que se aprovechan de la ignorancia del consumidor cada vez que encuentran un nuevo homínido fósil.
STÈPAN.- Lo cual no quita al hecho de que todavía hay serias cuestiones por resolver en cuanto a la evolución del hombre. Pero ya lo están resolviendo, escuchen; no se trata del descubrimiento de un fósil, si no que del sentido común. En la facultad están todos hablando de esto, surgió a partir de un estudio que publicó Wesley ayer.
SERGEI.- ¿Quién es Wesley?
DMITRI.- Es un paleontólogo inglés.
STÈPAN.- Los profesores son los primeros en postularlo y discutirlo en clase, y están preparando un seminario extraordinario y urgente. Resulta que el período de la sabana africana es falso.
SERGEI.- ¿Sabana africana?
DMITRI.- ¿Cómo va a ser falso? Torna la mirada hacia SERGEI. Los australopitecos fueron nuestros primeros antepasados que descendieron de los árboles y vivieron en las sabanas arboladas en el este de África hace unos 3 millones de años.
STÈPAN.- Pero es falso.
DMITRI.- ¡¿Cómo va a ser falso?!
STÈPAN.- Nuestros primeros antepasados que descendieron de los árboles tuvieron un período de adaptación en un ambiente semi-acuático en las aguas cálidas de la costa africana.
DMITRI.- ¿Qué estupidez estás diciendo? ¿Un hombre pescado?
STÈPAN.- Es verdad, un simio acuático, semi-marino, que habitaba las costas y lagunas poco profundas, cazando peces, cangrejos, etc. Bueno, todavía se está empezando a discutir, hay que investigar mucho, pero tiene muchísimo sentido, y explica todas las grandes diferencias entre el ser humano y los demás primates. Por ejemplo, la desnudez de la piel. No hay un solo mamífero terrestre que tenga la piel desnuda. En cambio, sí la tienen muchísimos mamíferos totalmente acuáticos como la ballena, el delfín, etc., o parcialmente acuáticos como el hipopótamo y el tapir.
DMITRI.- Perdimos el pelo porque estábamos directamente expuestos al sol, que además era cada vez más fuerte; el cambio de temperatura fue muy grande. También se habla de la disminución de la carga parasitaria por la selección sexual. Además, ¿cómo no va a haber otros mamíferos terrestres con la piel desnuda? ¿Y el elefante? ¿Y el rinoceronte? ¿Y el cerdo?
STÈPAN.- Todos esos animales vadean o buscan el lodo y el agua, y están empezando a descubrir que todos esos animales tienen antepasados acuáticos. Pero hay muchos argumentos más: Mirá el bipedismo.
SERGEI.- ¿Caminar sobre dos pies?
DMITRI.- En las sabanas el australopiteco empezó a necesitar tener las manos libres para cazar y correr rápido, para mirar por encima de los altos pastizales, para usar herramientas, etc. Además de la creciente molestia del sol en la espalda.
STÈPAN.- Pero la evolución es un proceso muy largo, y ponerse a caminar de repente sobre dos patas es imposible, no te aguantaría el cuerpo, el peso sobre las rodillas y la espina dorsal sería inaguantable, incluso los órganos y los pulmones estarían en serios problemas. El cuerpo necesitaría algún sostén transicional… como el agua. Pensalo, el único momento en que los monos caminan en dos patas es cuando vadean ríos.
Estas palabras dan pie a un silencio. La niña sólo escucha. A la madre parece molestarle más la tensión entre padre e hijo que los argumentos a favor o en contra de la teoría. SERGEI mira a su hermano, como encantado.
DMITRI (A la defensiva, algo eufórico).- ¡Pero, ¿dónde están los fósiles que lo prueben?!
STÈPAN.- Es sólo una cuestión de tiempo. Hay que tener en cuenta que el nivel del agua era entonces mucho menor, al derretirse una gran cantidad de hielo, el nivel del mar subió y estos fósiles tienen que estar enterrados en las profundidades del océano. Pero hay todavía bastantes más pruebas. La capa de grasa subcutánea que tenemos los humanos, no la tiene ningún otro primate. Ellos tienen la grasa almacenada adentro del cuerpo, sólo en los mamíferos acuáticos se registra una migración de la grasa hacia afuera y dispersada en una capa bajo la piel. En la ballena este proceso es completo, no hay nada de grasa adentro del cuerpo. Los humanos tenemos esta capa de grasa bajo la piel, y es por eso que tenemos la capacidad notable de volvernos totalmente obesos. Mirando a su hermana, sonriendo, como vos, gorda. Ella se ríe y lo mira con amor y admiración. Después está nuestra posibilidad fisiológica de hablar. ¿Por qué podemos hablar? Porque sabemos controlar nuestra respiración, ¿qué otros animales saben controlar la respiración? Las aves marinas y los mamíferos acuáticos.
DMITRI (Termina un vaso de vino y lo devuelve vacío a la mesa con un fuerte golpe que lleva tensión a todos los rostros).- ¡Eso es una falacia! fue nuestra necesidad de comunicarnos y el desarrollo de la complejidad del lenguaje lo que hizo que aprendamos, muy gradualmente, a controlar la respiración. No al revés.
STÈPAN.- Y parece que el fósforo proporcionado por la dieta de peces y crustáceos fue lo que optimizó el desarrollo de nuestra inteligencia. Te recuerdo que el segundo animal más inteligente del mundo es el delfín… Después está nuestra fisiología aerodinámica, ¿te imaginás un gorila tirándose al agua de cabeza sin salpicar, o nadando como lo hacemos nosotros? El poco pelo que tenemos también sigue este patrón aerodinámico. Hay muchas cosas más, como lo que llaman el mammarian diving reflex, reflejo por el cual el contacto con agua fría en nuestra cara causa una repentina ralentización del ritmo cardíaco, entre otros mecanismos que optimizan el oxígeno.
DMITRI.- ¡Eso es una reacción a la hipotermia, tarado!
STÈPAN.- Que no lo quieras aceptar no salva el hecho de que esto sea cierto. Es sólo una cuestión de tiempo e investigación. Vas a ver cómo dentro de unos años lo van a enseñar en las escuelas. La remerita esa de la evolución del hombre va a quedar obsoleta, como le sucedió al mapamundi anterior al descubrimiento de América. Va a cambiar el paradigma, la imaginería, la mitología. Parece que el artículo de Wesley habla sobre esto. Sobre los efectos culturales y sociales del descubrimiento, y también sobre científicos anticuados y reaccionarios, como vos, que no lo van a querer aceptar, que van a hacer todo lo posible por mantenerlo tabú, por apartarlo de la comunidad científica y desecharlo junto a los OVNIS y los Yeti. Pero es puro miedo.
El resto de la cena transcurre en silencio.
Labels: Cuentos
martes, 8 de septiembre de 2009
Amuma
Hay que subir el volumen.
Algunos datos:
Aita, Ama, y Amuma, son Papá, Mamá, y Abuela, respectivamente. Lekeitio es un pueblo de la provincia de Vizcaya, en Euskadi. Ormoc es una ciudad de la provincia de Leyte, en Filipinas.
Mi abuela nació en Manila en 1918. Vivió en una decena de lugares distintos en los países de Filipinas, España, Uruguay, Argentina, Estados Unidos. Habló castellano, tagalog y euskera de chica, castellano e inglés de grande. Tiene siete hijos, diecisiete nietos, nueve bisnietos.
Filmado en la ciudad de Donostia (San Sebastián) en agosto del 2009.