Cuando ustedes me dijeron que apague la
luz, le di a los interruptores y se prendió la del pasillo a la misma vez.
Mi sombra ocupaba todo el cuarto,
clavándose un piano en el flanco y plegándose con cierto misterio en los
ángulos.
Me pareció que estaban todos muy bien
escondidos, y dejando esa luz prendida me metí entre los abrigos del
armario.