Estabas furioso y te fuiste así de golpe
subiendo de dos en dos las escaleras del puente
bajo un sol exagerado
un sol de fantasía despiadado
que le daba un brillo de ensueño y fin del mundo
a las nubes de tierra pálida
que en este pueblo son conocidas
Capaz que en ese momento me odiabas
pero yo te vi
frenarte un segundo arriba del puente
y mirar el paisaje desolado de casas bajas
donde un remolino de polvo
que parecía salir de tu cabeza
se arrastraba sin ganas por las calles desiertas
sospecho que entonces me perdonabas
Hay algo de la ira que me resulta incomprensible
Un seco manantial
que brota a lo lejos de la tierra vieja
y recogemos en el pecho de inmediato
individual y caudaloso
en una copa dorada y brillante