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lunes, 24 de enero de 2011
sábado, 1 de enero de 2011
Año nuevo 2009
Después de los fuegos sacaron el cotillón y uno de los invitados que menos conocíamos cortó un poco el mambo diciendo que este era el último año en el que íbamos a poder tener los anteojos con el dos mil y algún número.
Al principio no nos preocupamos, pero como nadie hablaba y todos seguíamos tomando champán, fuimos entrando en un estado pensativo un poco raro y creo que para la mayoría un poco triste.
El silencio lo rompió otro de los invitados, creo que era familiar del primero y casi no había hablado en toda la noche. Intentó animarnos diciendo que al menos en el 2010 todavía se podría, con el uno entre los dos ojos. Fue un acto desesperado, que sólo empeoró las cosas. Todos lo miraron con desprecio, algunos directamente se levantaron y se fueron, y creo que alguien le tiró un zapato, o algo.
La más borracha era yo, y cuando me fui a la cama todo me daba vueltas y no me podía sacar esas cosas de la cabeza, con la imagen ridícula de un uno puesto a la fuerza entre medio de los dos lentes. No sé a qué hora apagaron los vecinos la música, pero llevaba en la cama varias horas, pensando. El silencio entonces fue perfecto, y te desperté para decírtelo y para que sintieras lo fuerte que te estaba abrazando.
Labels: Prosa espontánea
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