sábado, 29 de agosto de 2009

Johnny's in the basement

"Here is a survey to see if you are mind-controlled at all.
If you have these symptoms, let me know.

The following symptoms are of the harassment typical of electronic mind weapon targets. I took this survey myself and found many of them to be happening to myself.:

1. You find that all of your family, friendship, and business relationships are going sour and you have done nothing to cause this.
2. You find that "accidental" blocking of you as you walk or drive about, by strangers, has increased dramatically and every day brings several "blocking" incidents. E.g., someone slips ahead of you at the bank machine or grocery checkout, or with cars in unexpected places in parking lots. This is part of what targets call "street theater". THIS IS ABOUT BLOCKING *FAR* MORE FREQUENT THAN THAT WHICH OCCURS IN NORMAL LIFE, NOT THE USUAL OCCASIONAL OCCURENCES.
3. Telephones frequently have static or tones or echoes; you have lots of "wrong number" calls
4. Street lights going out as you pass under them, walking or driving
5. Your watch and other batteries going dead often far too soon to be "natural" deaths
6. You find that you are coming suddenly awake at precisely the SAME TIME, middle of every night
7. Inescapable voice in your head and you are not mentally ill
8. Ringing in ears - may start/stop when switching on or off electronic devices
9. Fake telephone or clock ringing or fake knocking on your door
10. Fake, loud bird calls, outdoors, which follow you everywhere
11. Hot needles deep in your flesh, especially when trying to sleep (also called "stings")
12. Limbs jerking wildly, especially when trying to sleep
13. Extremely powerful itching which may start as small electrical shocks
14. Very fast heartbeat while relaxed (not having exercised recently)
15. Very high body heat, no fever, relaxed, cool surroundings
16. Vibration, large area of your body, or, nearby objects which should not vibrate normally
17. Forced awakening, can't go back to sleep, as if on high doses of caffeine
18. Vivid 3-D images while awake, eyes open or closed
19. Urges to go somewhere you don't need to or at times you would not go there
20. Neighbors can see thru walls, possibly by sounds from them which "follow" you
21. Repeated instances where it seems your mind is being read
22. Repeated evidence of break-ins, small scale thefts, and sabotage both at home and at work
23. Sudden "drop-you-in-your-tracks" fatigue at times you should not be tired"

http://www.greatdreams.com/mind_control.htm

A través de Voices Revealed, blog de Philip Garrido, un amigo de California.

lunes, 17 de agosto de 2009

sábado, 15 de agosto de 2009

Esto quémalo, Brod, ¿me oyes? Lo quemas.

Fork in the Road

“Father.”

“Yes, son.”

“I wanna kill you.

“Mother… I wanna… fuck you.”

The Doors

i.

Lo corro por la avenida, por el medio de la avenida, ya pasamos la encrucijada donde está la parada de subte y el teatro, lo acorralo en una esquina, cansados ambos de correr, lo sostengo contra una puerta metálica que hace unos ruidos totalmente desproporcionados cada vez que lo sacudo contra la puerta metálica. Le muestro mis pensamientos, le muestro un dolor como heredado, como una cicatriz tatuada. Él lo acepta, incluso cuando me obligaba a perseguirlo lo estaba aceptando. Intermitentemente soy él y soy yo. Algunas veces siento la puerta de metal en mi espalda mientras me sacude y me grita como telepáticamente, sólo se escucha el ruido de la puerta, después estoy de nuevo agarrándolo por las solapas del traje y llevándolo de adelante para atrás y el grito también es tácito, tampoco se escucha más que los ruidos metálicos que suenan en el piso y atrás mío también. En un momento lo miro directamente a los ojos y mientras lo veo caer al piso sé que no tiene ni una gota de sangre en el cuerpo, lo veo en sus ojos que se me quedan mirando mientras todo el cuerpo se deshace y queda suspendido de las solapas del traje y de mis puños cerrados. Y todavía se alterna mi conciencia entre las dos personas, pero en el momento que yo suelto lo que ahora es carne muerta colgando de un traje, se queda trabada la conciencia en él, caído en el piso, muerto, veo la calle y los faroles encendidos desde el piso, en la vereda, mientras la otra persona, que básicamente es mi hijo, se va caminando, haciéndose cada vez más chiquito. O yo soy su padre, no sé. Cuando él se va todavía no despierto, me quedo mirando el camino durante un rato y es en ese momento cuando me lleno de ese pánico que me hace despertar sudando.



ii.

Me despiertan los ruidos. A veces cuando me despierto y no me acuerdo del sueño siento que no pasó ni un segundo desde que me quedé dormido hasta ahora. Ahora lo siento así pero no tanto porque creo que soñé algo como una pelea. Los ruidos son Papá y Mamá que parece que se están peleando. Primero un poco bajito pero los escucho, y después es más que nada Mamá que le duele algo, cada vez le duele más y yo en mi cabeza voy probando diferentes imágenes pero ninguna funciona, a veces me imagino a Papá como estrangulándola pero tampoco es ese el ruido. Le duele mucho y cada vez le duele más fuerte, trato de pensar qué estará haciendo Papá y por qué no la ayuda, deben estar muy enojados. Tengo miedo pero no me animo tampoco a cerrar la puerta, me tapo hasta el pelo con las sábanas pero lo escucho igual. Cada vez más fuerte el dolor que no conozco, que no sé, como cuando lloro pero mucho más. Después para. Me imagino un charco de sangre en las sábanas blancas y no me puedo sacar esa imagen de la cabeza. Cuando pasa un rato en silencio pienso en ir a ver. No es como cuando voy a dormir a su cama porque no me animo a ir a dormir a su cama, pero quiero ver qué pasa. Voy despacio, camino el pasillo que parece más largo que lo normal, de las tres puertas me meto en la del medio, después otro pasillo muy largo, cuando llego a la cama están como peleando. No se dan cuenta de que estoy ahí. Están como haciendo lucha libre, agarrados uno al otro y dando vueltas en la cama, Papá no tiene ropa y Mamá solo tiene la parte de abajo del pijama de flores. Me da mucho miedo y me vuelvo a mi cuarto.


Esto te lo cuento para que entiendas lo que acabo de soñar. Estás tirada en la cama mirando al ventilador del techo y de alguna manera le estás restando importancia a lo que te estoy contando. En el sueño que tuve recién, era yo el que estaba jugando a la lucha con mi vieja, claro que en el sueño sabía que no era la lucha, y estamos dando unas vueltas en la cama igualitas a las que daban ellos esa noche. Pero lo más loco es que ella tiene puesta la misma parte de abajo del pijama, ¿entendés? El pijama ese de flores, treintipico años más tarde sueño un puente entre ese recuerdo y lo que está pasando ahora, acá en esta cama con vos. No sé si querés escuchar esto.



iii.

Sucede que ahora me estás buscando, entre las sábanas nupciales ayer colocadas, un gesto de madurez que siento casi infantil me roza la piel en la oscuridad, las sábanas también me acarician expresivas, como queriendo estar a la altura del momento. Primero tu barba en mis piernas, tus labios en mis pies, tus manos en mis muslos, tus manos en mi sexo, tus manos dándome placer, el dedo índice que sé que es índice, que sé que es tuyo. Un pequeño como eco entre las sábanas que van conociendo nuestro sudor. Pedro duerme en su cuna a pocos pasos, su cuerpecito lo siento en mis tetas llenas de leche, las que me estás masajeando, a las que sé que te vas a ir acercando poco a poco, tu barba está ahora en mi ombligo pronto va a estar apoyada básicamente en mi corazón que se quiere salir de donde lo tengo guardado. Estás a punto de hacer algo por primera vez pero sé que lo vas a hacer, incluso antes de que tus labios rodeen uno de mis pezones sé que lo vas a hacer. Antes de que me suceda ese sentimiento extraño entre cosquillas y dolor ya sé que va a suceder y que me vas a ir sacando la leche de a poco como con un tenedor, lo cual es un poco forzado, hasta yo me doy cuenta de eso. A pesar de que la persona que está escribiendo esto sea un hombre, a pesar de que ese hombre nunca haya tenido hijos, a pesar de la ficción, del sueño, de la oscuridad, de Pedro que de repente hace unos ruiditos como sospechando algo, así y todo puedo sentir esa fluidez natural que conozco, cuando mi cuerpo es una canilla, cuando mi cuerpo es vida, es comida, yo conozco esa sensación, y es la que tengo ahora entre el sexo y entre mi relación con vos y entre las sábanas y no es que esté pensando, cuando se tiene sexo no se puede pensar en nada, pero alguien lo piensa en mi lugar y alguien me pone estas palabras en el coco mientras también me masajeás el clítoris que después de tanto tiempo finalmente lo aprendiste a hacer bien. Creo que incluso sé lo que va a pasar después; te vas a quedar ahí tirado en la cama mirando cómo giran las tres hélices del ventilador y fumando y me vas a contar un par de sueños y me vas a preguntar si no entiendo lo que acaba de pasar y yo me voy a sentir como una tonta diciéndote que es natural, que es el camino de la vida y otras perogrulladas estúpidas y en el fondo lo que va a estar pasando es que te voy a estar entendiendo de esa extraña manera que sólo sucede cuando no entiendo nada de lo que estás diciendo; cuando no puedo entenderlo, sólo puedo escucharte hablar de tus sueños y de tu familia y de tu infancia. Y quizá –no sé, qué voy a saber yo sobre lo que les pasa a los hombres, especialmente vos que estás más mambeado, pero quizá– en el fondo vas a estar orgulloso, te vas a fumar ese cigarrillo como si debajo de la cama estuviera el cuerpo putrefacto y asesinado de tu viejo y arriba de la cama el cuerpo desnudo y cogido de su mujer, tu mamá. ¡Quién me mandó a casarme con un psicoanalista! Uno más loco quel otro. ¿Cómo era eso de Dios los cría…?


lunes, 3 de agosto de 2009

Viaje de verano: Los kilómetros del tren

En primavera

PERSONAJE.- Vamos a llegar cerca de las tres.

NARRADOR.- El tren ya había arrancado. El ruido de los vagones sobre las vías no era demasiado fuerte pero, de una manera como histórica, seguía llegando al alma.
Cuando iban pasando unos alambrados con un fondo de praderas, PERSONAJE comenzó a recordar algo, una fuerza del pasado que se le venía encima como si la estuviera sintonizando en la radio. Los altos pinos le sugerían recuerdos específicos, nada era al azar. Lo sé porque me lo iba diciendo, me iba diciendo cosas como: “Cuando yo era joven vivía con una mujer. Esto te lo voy contando como lo veo en los pinos. Esto me sucedió a mí. Cuando yo era joven mi mujer era también joven. Vivíamos en un bosque de cedros y te digo que veo cada cedro, veo cada arbusto y las piedras. Corría el río lo bastante cerca como para sentirlo todo relativamente perfecto, más cerca hubiera ahogado el ruido del agua el canto de los pájaros. Yo no te puedo decir que esto me pasó a mí o esta ventana del tren con los tejados de color rojo y las sombras de las siete de la mañana estival. Pero sí te digo que el recuerdo me pertenece y que ahora sólo tengo ese recuerdo. Que me viene en forma de cuento al ver pasar ese puente de autopista y esos coches de colores. Te digo que el recuerdo es exacto. Puedo ver nuestra cabaña, que la construí no me acuerdo con la ayuda de quién. Me es imposible recordar la construcción de la cabaña porque ya está construida en este recuerdo y este recuerdo es lo único que me pertenece.”

PERSONAJE.- Todo ese maíz que va pasando es parte del recuerdo, o el recuerdo parte de esos campos, de esas hileras verdes deshilachadas con las regaderas automáticas en su horario matutino. Yo le iba a construir a mi mujer un mirador. Le iba a construir un mirador más alto que los árboles para que ella pudiera subir ahí y mirar por encima de los árboles; mirar hasta los horizontes donde sucedían los amaneceres y atardeceres que apenas percibíamos bajo las copas de frondosa arboleda. Y te digo que hacer este viaje es como ir a comprar la madera, es como hablar con el hombre de la ferretería y como tomar las diferentes medidas con el metro amarillo.
Ahora mismo estamos tomando el té en la cocina y escucho el cuchillo raspando contra las tostadas un poco quemadas, es un sonido que me lo sugiere el que tenemos acá bajo los pies, del tren, que también me sugiere el canto vespertino de los pájaros y la suave voz de mi mujer. Y aquella luz de primavera, rigurosamente filtrada casi al azar por los árboles de la tarde está acá y como tiñe los cipreses que vemos allá lejos como si no fuera temprano en la mañana de un día de verano. Nunca había tenido un recuerdo así.
Cuando yo empecé a construir el mirador ella me contó que estaba desarrollando las ideas para otra novela. Te digo que ahora mismo no te puedo decir ni los títulos de las novelas anteriores, pero me viene el recuerdo con la configuración de una concubina que ya escribió unas novelas etc. Viene todo junto. Me dijo que se iba a llamar Ojos de gato, patas de dragón, el título al principio me causaba un tipo de impresión, que es el que siento ahora mientras ella me da las primeras ideas de la novela, lo imaginaba como una olla grande de bruja hechicera y cómo los leños quemaban y dejaban grandes brasas sobre las cuales se apoyaba la olla. Y esa impresión me viene con el fuerte color de los jacintos que crecían libremente rodeados del olor de la nueva primavera, y no te puedo explicar cómo este verano y este aire acondicionado se van llenando de polen primaveral. Ella me hablaba de la novela mientras yo cortaba unas vigas de madera con una radial. Que es lo mismo que decirte que ella me hablaba de la novela mientras el tren para en este pueblo y el mundo se detiene y se sube esa mujer rubia con el pelo atado y la blusa color salmón.
Veo las vías quietas y veo sus labios moviéndose mientras estoy comiendo una manzana roja en un descanso y ella me dice:

ELLA.- Hay dos personajes, uno es un gato y el otro

PERSONAJE.- Un dragón.

ELLA.- Claro, hay un gato y un dragón. El texto va narrando la historia de uno y mientras tanto, en unas notas al pie, va narrando también la historia del otro, que constantemente ofrece la contracara del episodio narrado. El juego de dualismos se basa en los opósitos guerrero/poeta y nómade/ermitaño. Así, los escenarios de la novela son una cueva y el mundo. Cada animal sufre los procesos de convertirse en guerrero y en poeta, en cada uno de los escenarios. Por ejemplo, el texto va narrando cómo el dragón llega a la cueva y se va aislando del mundo y va profundizando el sentimiento bélico y la defensa de su cueva; mientras que las notas van desarrollando el camino del gato que, recorriendo el mundo, se transforma en un sensible poeta. Pero no voy a dar todas las combinaciones posibles, porque quiero que el texto se divida en dos partes. En la primera el texto principal es sobre el gato, y las notas al pie sobre el dragón, en la segunda el texto principal es sobre el dragón y las notas al pie sobre el gato. Creo que voy a hacer que en la primera mitad de la novela, el gato es un poeta ambulante y el dragón poeta ermitaño, y después en la segunda mitad, el dragón es guerrero conquistador y el gato es guerrero defensivo.


En verano

PERSONAJE.- Iba modificando la organización y corrigiendo las ideas y la novela iba tomando forma. Los girasoles apuntan hacia el tren y yo estoy empezando a terminar la estructura base sobre la cual voy a construir el mirador. Se abre un descampado lleno de árboles talados y yo veo los anillos de agua que deja el vaso con hielo donde sea que lo apoye, cada gota de condensación y el verano que esconde es una parte inamovible de este recuerdo y está todo escrito en las violetas que decoran el pórtico de esa finca. Cada tornillo y todos los clavos que voy poniendo están aclarados en el tren que pasa en la otra dirección mientras el ruido trabado del encuentro se repite en cada ventana hasta que se va y nos vamos.

NARRADOR.- Todo esto le sucedía a PERSONAJE, días como ese entraban y salían por su memoria completando el proceso y decía todo en voz alta, lo que ambos veíamos por la ventana y lo que él veía en lo que veía por la ventana. Él trabajaba en el mirador, para ella, y ella le hablaba sobre la novela que escribía. De hecho la iba escribiendo mientras se la contaba. Y él a su vez me lo contaba a mí que, en el asiento de enfrente y mirando por la misma ventana y consintiendo los mismos movimientos del tren (yo de espaldas y él de frente a nuestro destino), me maravillaba por la historia que no terminaba de creer verdadera.


En otoño

PERSONAJE.- Ella estaba trabajando mucho en el estilo de las narraciones. Porque acompañando los procesos de poetización y militarización, había una transición gradual del estilo que se iba poetizando y como resecando, respectivamente. Al éxtasis poético le correspondía un estilo barroco y sobrecargado; al militar uno clásico y austero.
Yo estaba haciendo una escalera caracol bastante curiosa, y no me faltaba mucho para terminarla. Esos troncos apilados tan prolijamente al costado de las vías tienen el mismo signo que un atardecer de otoño, cuando el trabajo no estaba tan importunado por el calor pero que cada día tenía menos horas de luz para llevarlo a cabo. Yo quería poner algunas maderas más antes de cerrar el día y ella me hablaba del momento en que se cruzan el gato y el dragón, en la mitad de la novela.

ELLA.- Cuando el gato llega a la cueva del dragón, ya ha sufrido un proceso completo de poetización, ya ha tenido su clímax romántico de absorción del mundo y necesita un lugar para aislarse. El dragón, en las notas al pie, ha estado viviendo en la cueva como guardián y protector, pero con el pasar de la narración, se va interesando por conceptos poéticos como el honor y la venganza, y también se va poetizando, culminando en el mismo episodio en el que culmina el sentimiento poético del gato. En el momento en que se encuentran, el gato se aísla en la cueva del dragón y el dragón sale a descubrir el mundo. Acá viene la transición a la guerra por parte de ambos, que también tiene su momento cumbre, en la visión de sus mundos respectivos y en el estilo de escritura, que luego desciende hasta que se vuelven a encontrar y termina la novela.
En otoño la luz cambiaba, los cedros se mantenían iguales pero los álamos que poblaban el litoral perdían las hojas que luego se desperdigaban por toda la zona, el viento las llevaba hasta la entrada de la cabaña y traían consigo un poco de luz que venía del lado del río como si fuera el final de un túnel, de una cueva.


En invierno

PERSONAJE.- Los campos de maíz son ahora mucho más extensos y las estructuras de las regaderas mucho más grandes y elaboradas. Al costado de las vías siempre acompañan los cables de electricidad que, entre poste y poste, descienden un poquito. Es uno de esos vientos fríos de invierno que se calan en los vagones del tren como si fueran huesos. Ese vallado de madera, más lejos que las vacas, desprende el olor del café con leche que ella me trae después del mediodía, en una bandeja que también tiene un cigarrillo y un encendedor.

ELLA.- Haciendo referencia a situaciones cronológicas e históricas específicas, la novela va trazando una disposición temporal. Mientras narra una historia va mostrando el paso del tiempo, pero en las notas al pie va mostrando otro distinto, de modo que al final se hace claro que uno va hacia adelante y el otro hacia atrás y que cuando termina la novela, empieza en marcha atrás de vuelta hasta el principio; y que toda la historia del dragón, primero en las notas al pie, y en la segunda mitad como narración principal, en realidad está contada al revés.

NARRADOR.- PERSONAJE dibujaba un ocho con el dedo en la ventana que veía pasar cosas verdes a mucha velocidad; un ocho horizontal, como un infinito. Me decía: “Imaginate la historia del gato como una onda que sube por acá y llega arriba, a la cresta de la onda, cuando culmina el proceso de poetización, después empieza a bajar, acá en el medio se cruza con el dragón y toma su cueva, la onda sigue bajando mientras el gato (que en la segunda mitad de la novela está acá abajo, en las notas al pie) se va oscureciendo como ermitaño y en vez de una visión poética de su retiro empieza a concebir una realidad mucho más violenta y la necesidad de cuidar su cueva de los peligros inminentes. Esto también llega a un punto máximo que es esta parte de abajo de la onda, que después empieza a subir de vuelta hasta llegar al final de la novela.” Con el dedo había dibujado una onda periódica completa, y ahora estaba dibujando otra igual pero inversa, como completando un ocho. “La otra mitad del ocho es la historia del dragón, que en las notas al pie también se va poetizando y llega al punto máximo en el valle de la onda, después empieza a subir, acá se encuentra con el gato,” marcaba como una cruz en el punto medio en el que se cruzaban las dos ondas, “y después sigue subiendo, ahora estamos en la segunda mitad de la novela cuya narración principal es la del dragón, mientras deambulando por el mundo se va enturbiando y una fuerza guerrera y violenta va creciendo en él. El punto máximo es la cresta de esta onda, después se va relajando hasta que llega al final.” Yo no entendía nada, pero lo había visto trazar en la ventana dos ondas completas, cada una la simetría exacta de la otra, sobre el fondo cambiante de parches de árboles de diferentes texturas y campos con diversa siembra. “El tiempo de narración, en el sentido cronológico, es correcto en el caso del gato, que es esta onda de acá, pero está invertido en el caso del dragón. El primer episodio del dragón es en realidad el último, el segundo es el penúltimo, etc. Entonces la línea de tiempo de la novela es así.” Recorría con el dedo la onda del gato y cuando llegaba al final empezaba de vuelta hacia atrás por la onda del dragón, trazando un ocho. Esto lo hizo varias veces. A veces el tren pasaba por pequeños valles donde la línea de los árboles se acercaba y sólo se veían manchas verdes en movimiento, en toda la ventana.


En primavera

PERSONAJE.- Cuando estaba terminando el invierno me empecé a apurar porque lo quería tener todo listo para el día de la primavera. No me faltaba mucho, algunos últimos detalles y aplicar el barniz. Ella también se acercaba al final de su trabajo; estaba básicamente corrigiendo el manuscrito. Ese tren de mercancía, con manchas de óxido, frenado dos vías más allá, pronto empieza a desprender olor a barniz, el mismo barniz que se me pegotea en las manos y en el puño del pincel, en tanto que ella me dice lo poco que le falta. Mientras se seca el barniz leemos la novela juntos, aunque yo ya me la sé de memoria y la podría recitar ahora mismo si hiciera un examen minucioso de esas nubes y de ese gallinero cercado en donde parecen flotar las plumas blancas.
Un día nos despertamos y ya no olía a barniz, y ese día era exactamente el equinoccio de primavera, esas cosas se sabían, incluso sin calendario, y yo, descalzo, la levanté descalza del piso y la llevé caminando por el pasto que ya empezaba a tener jacintos otra vez y no le dije nada pero tenía los ojos cerrados, el manuscrito en sus manos, y la subí ahí arriba y cada escalón era un grado menos de sombra proyectada en su cuello hasta que ya estábamos arriba mirando para todos lados entre besos entre caricias.
Muchos días nos quedamos arriba, descender no parecía tener sentido, las necesidades corporales como el sueño y el hambre habían en cierto sentido desaparecido y cada día tenía un amanecer y un atardecer y veíamos cada sombra cambiar en cada hoja de cada árbol; durante la noche sentíamos cómo el sol recorría el otro lado del mundo, lo sentíamos en los pies en las manos. A veces, como ahora mismo, el cielo se iba llenando de nubes que concluían en lluvias que nos mojaban, el ruido de las gotas por todo el bosque y por nuestros cuerpos lo escucho en la acequia aquella bordeada de piedras, esa, a la izquierda de esos campos, creo que son de soja.

OTRO NARRADOR DISTINTO.- Después estuvieron un rato sin hablar, cada uno mirando su propio paisaje en la ventana. De un momento a otro PERSONAJE miró a NARRADOR y era la cara de hablar y le dijo “Después descendimos juntos, casi flotando, y nos metimos en la cama a dormir, como este momento en el que los campos se convierten en arrabales en calles en autopistas en mercados en oficinas en túneles en la estación.” Miró su reloj y dijo: “las tres y cuarto, más o menos lo que predije.” Se levantó un poco más tarde que los demás, ahí NARRADOR se dio cuenta que no llevaba equipaje. Su mirada se le fue antes de que se dejaran de mirar, después se fue él, entre los otros pasajeros. NARRADOR se quería bajar también, era el final del recorrido, por algo había cubierto el trayecto, pero en lugar de hacerlo se quedó sentado en su lugar que ya no miraba hacia atrás sino que miraba hacia adelante; y a los minutos el tren comenzó en ruidos que culminaron en un pitido fuerte y consistente que emprendió la vuelta a casa. Cada uno de los pasajeros había sido sustituido por todo lo que había en el mundo que no fuera sí mismo. NARRADOR apreció el fenómeno con especial claridad mirando al hombre que ocupaba el asiento de PERSONAJE, ahora de espaldas al otro extremo de la historia que estaba, de alguna manera, empezando.