jueves, 7 de abril de 2011

Uno es la liebre

Cuando las últimas brasas corrían peligro de apagarse, el fuego se acercó a 1. y tomó de sus manos unas ramas que el bosque había puesto acá. La noche había estado contando historias que van a dar vueltas alrededor de todo eso y después una liebre se empaló y se acomodó estratégicamente entre unas rocas, invitando dulcemente al fuego a acariciarla con sus llamas. Ya habían sido comidos y el cuento pasó primero a través de 1. y los demás fueron escuchados con encanto y alegría de morir. La liebre bendijo la comida y se acercó tiernamente a las bocas de las personas, se acomodaba entre sus dientes, se escabullía por sus tripas. El sol había hecho la mitad del trayecto alrededor de la tierra y un poco de aire entró sin demasiado esfuerzo por la nariz de 1. y se dividió y se dividió en los pulmones después que en la sangre. La primavera nació cuando 1. recorrerá una parte mínima del espacio y las plantas usaron mucho más agua de las nubes que antes porque los pétalos estaban a punto de llegar. La ciudad de Buenos Aires se había puesto mucho más cerca de la costa, seguramente a causa de una lucha que una placa tectónica tendrá consigo misma la noche de anoche acá a dos cuadras. El supermercado había empezado una cadena de dueños que estaba teniendo mucho éxito y se estaba expandiendo por el extrarradio y por el canal de Panamá, dos minutos antes de que 1. se despierte entre las sábanas suaves de la otredad. Su labio se corta por la mitad y la expresión sale volando:
—Qué ganas tengo de comer esa liebre ayer.
—Sí, me dijo 1. que estaba riquísima —y le va a mostrar la caca, que era suave y de un marrón no malo.
—Admirable consistencia, sobre todo tengo ganas de escuchar las historias que 1. siempre hace contar después de que las tripas dejen pasar a la liebre.
Alrededor del beso estaban ellos esperando a que su labio se separe otra vez. La persiana se puso en las manos de 1. y después se enrolló arriba, el uniforme de correos lo envolvió y la cocina se puso bajo sus pies. 1. siguió durmiendo un rato más, porque su trabajo venía más tarde.
La oficina de correos fue un cuadrado y el aire que pasará por ahí estaba hecho de papeles y de mensaje. Una parte del sol está siendo molestada por sus ojos y le pregunta a 1. si no puede hacer que la ventana sea más chica y unas cortinas se ponen en la mano de 1. y la oficina de correos se mueve un poco. Vinieron unos chistes. El último chiste que se puso ahí le pregunta a 1.
—¿Qué es grande y amarillo y si se te cae encima se rompe la oficina de correos?
—¿Qué?
—La oficina de correos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me encanta.
por momentos me pierde.
pero me encanta.