Tengo un dios en la mano,
¡es tan chiquito!
Parece caspa atada un hilo,
y es patético cómo me pide, cómo me exige.
En la constelación Ofiuco
(El portador de la serpiente)
hay dos estrellas:
una enana blanca,
se dice así,
es una estrella que ya no tiene combustible nuclear,
(está muerta digamos)
y una gigante roja,
otro tipo de estrella.
La enana blanca la muerta
le va sacando hidrógeno a la gigante roja,
y cada veinte años
se acumula suficiente
para causar una explosión termonuclear.
Pero cada vez que le digo que no
y cada vez que me río
es tiempo que pasa.
El dios se alimenta de mis noes, de mis jaes.
Y la explosión,
que debe ser dolorosa,
tiene un encanto que, no sé por qué, trato de negar.
sábado, 30 de abril de 2011
Nova recurrente
Labels: poesía
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3 comentarios:
qué boba soy, no hagas caso de la segunda ps. a mí me gustan esas que explotan y se hacen negras y se comen a todas las caspas y los diosecitos demandantes.
muy lindo el blog, realemente me gusto,te dejo el mio soy nueva y me interesan opiniones...
http://mimundoencolorverde.blogspot.com
me gusto mucho!
esta mal que me haya sentido identificada con la 'enana blanca'...?
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