Hay dos pes mágicas que se ponen en el
camino.
Invenciones del humano, o acaso su
destino.
Vinculan y separan, en el mismo gesto,
Comunican cosas pero muestran que eso no es esto.
Una se impone sobre el paisaje, un
sustantivo masculino,
Salva fosas, cruza ríos, suspende en el
aire al peregrino.
Yace horizontal, entre un lado y el
opuesto;
cuando algo empieza debe acabar algo, por
supuesto.
La otra es más hogareña, es un nombre
femenino,
Limitando interior y exterior, en un
cambio repentino.
Su intersticio es vertical, pone los
límites de manifiesto,
Momento clave de la intimidad, de
separarse del resto.
Es rara esa diferencia, entre lo uno y lo
vecino,
Debe tener lo mismo de trágico que de
divino,
Me encantan los lugares, de eso no
protesto,
Pero... no sé... sacrificar el Todo...
por esto...
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