jueves, 12 de octubre de 2006

I

Sobre la mesa dejé los objetos,
Los tristes objetos.

Apoyados, como dormidos,
La mesa ya muerta,
Hace rato.

Los objetos míos, tan míos,
Los dejé sobre la mesa a reposar.

Estaban todos ahí,
No faltaba nadie.

La mesa ya muy muerta
Lo único que tenía que hacer lo hacía.

Y con su propia perfección.

Y todos mis objetos, con todas mis esperanzas
Juntan polvo sobre la mesa.

II

Y es como un santuario sin terminar,
Una obra maestra que se aproxima cansada,
Que vive cansada,
Que consiste en el cansancio.

Los objetos que están sobre mi mesa
No se ausentan,
Aúllan a la luna que se ve desde algún monte.

Y no se asustan con el pasar del tiempo.

El entrar y salir de las personas.

La oscuridad repentina.

La claridad repentina.


III

Las objetos tienen nombre
Y se lo olvidan cuando están sobre mi mesa.

El nombre y las ataduras sociales salen volando
De a poco.
Como la difusión de los gases
O los pájaros en el aeropuerto.

En mi mesa solo hay objetos,
Objetos y nada más.

IV

Los objetos tienen función,
Y se lo olvidan cuando están sobre mi mesa.

Sobre mi mesa los objetos tienen una función diferente, unida, antigua. Forman parte de un argumento más abstracto y mucho menos práctico. Porque son en tanto que están sobre mi mesa. Esa es su función. Crean nuevos perfiles y nuevos horizontes sobre mi mesa porque se unen a la mesa sacramente y con un entendimiento que solo los objetos pueden entender. La mesa está muerta desde que nació pero son mis objetos los que le dan vida. Los que crean vida sobre tanta muerte. Sobre una muerte tan plana y equilibrada y horizontal.

V

Y eso me gusta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y yo que pensaba simplemente en la gravedad. (simplemente)
(primero pensé gravedad y escribí realidad. Después lo arreglé."".)

El número 5 es bueno. El número 0 es malo.

Mateo dijo...

A mi tambien me gusta