jueves, 24 de mayo de 2012

Sucesión de sucesiones


Cuando a la noche miro la ventana de enfrente
cambiar de rojo a verde a azul a rojo, cien veces
en el tiempo que me tarda fumar un cigarrillo,
me paso todo un segundo cigarrillo convenciéndome
de que yo no soy así, de que si bien no soy más real
que esas imágenes, al menos cambio más lento.
Pero mientras me decido a prenderme el tercero
me acuerdo de repente de un sueño, me lo prendo,
y pienso que la llama que me ilumina la cara
son sucesiones de llamas entrecortadas por ínfimas nadas,
que el líquido transparente en mi encendedor
son millones de años de cosas muertas, y que el yo
es como el ahora, un estallido de representaciones
al que llego siempre tarde. En el sueño que me acordé,
estaban todos ustedes, y nos pasábamos de mano en mano
una piedra que era lisa de un lado, totalmente lisa,
y del otro lado muy rugosa, y había una pantalla
que ondeaba en el viento, como una bandera.




martes, 22 de mayo de 2012

sábado, 12 de mayo de 2012




  

 


  






















martes, 8 de mayo de 2012

RIP Maurice Sendak



Justo hace unos días volví a pensar en él en una librería, cuando un libro suyo hizo contacto visual conmigo y me frené a leerlo. Pensé en lo bien que hizo en incluir la melancolía, el egoísmo, la incertidumbre, el desamparo, la rabia, el arrebato, como sentimientos infantiles legítimos y dignos de exploración artística, en lo natural que le salió y en lo mucho que le debo. Pensé también en que debería leer más libros para chicos. Quizá empiece por los de Sendak que, me vengo a enterar ahora, tiene varios más. Hay algo en este aviso fúnebre que me parece raro y quizá se deba a que en esa época mis ídolos eran los libros, no los autores, y que en el fondo no siento que la noticia de hoy me haya sacado nada realmente valioso e irrecuperable.

lunes, 7 de mayo de 2012

Mi ciudad




Lo diré claramente:
nada hay más oscuro que mi ciudad.
Exijo silencio,
no puedo escuchar de otras ciudades
(sus razones llegan a las puertas de mi ciudad
y se derrumban y desintegran y forman charcos
en las puertas de mi ciudad)

Acá no hay foco que sirva,
el aire oscuro aplasta las bombillas
sin menor inconveniente,
y la vida, más que un proceso,
es un instante incandescente como la punta de un cigarrillo
que nadie fuma y que nadie ve
porque ya se ha ido.

En mi ciudad todo es oscuro preámbulo
a esta habitación suspendida
que no me alberga ni me atrapa
que no me conoce, nada sabe de mí,
puesto que está hecha de la materia que me forma,
soy su enemigo, el foco de su conquista,
la máscara de su deseo que pasa,
el ojo de la aguja negra,
donde entra la ciudad y la ciudad sale,
inexistente antes y después inexistente.
Todas las cosas en un punto salvo los fantasmas
de las cosas del punto.