Ese
día la calle me pareció un lugar extrañísimo, un túnel de luz
inescrutable,
una
figura impredecible, bella, cautivante y como trágica, que purga y
que duele,
no
exactamente pública, ni siquiera indiscreta sino una línea de
misterio,
un
fantasma atrás de otro, un gran monumento y un vehículo
hacia
lo puramente desconocido, lo que ni al llegar se conoce,
lo que
nunca suelta el velo, lo que ni quiere ni se deja
ni
no quiere y no se deja comprender.
El
silencio de mi casa fue una prueba, y pensé en el juego que jugamos,
en
lo distinto que había sido para vos de lo que había sido para
nosotros dos,
y
estaba todo tan lleno de miedos y revisiones que casi no se veía la
cama,
me
acosté en esa nube y pensé en el universo como una sábana tibia.
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