Desde su ventana ve claramente cómo un
incendio
de la mano de los hombres sepulta un
edificio.
Los habitantes que salen expulsados
tosiendo humo
se dispersan por la ciudad oscura conociendo
la justicia,
olvidados a los ojos brillantes de los que
miran el fuego.
Los escombros se despojan más lento de lo
esperado,
el hierro se agota primero, el carbón
cuando llega el frío,
el terreno baldío finalmente se va
conformando, después,
la plaza pública, muy bien definida y
delimitada, decorada
con un pequeño monumento y un árbol que
va creciendo.
En la plaza los vecinos improvisan un
mercado, donde
el afilador pone a punto las tijeras y
cuchillos, donde
los precios se regatean a muerte y los
niños se esconden
gritando bajo los puestos y la gente se
pone al día.
Se aleja de la ventana, intercambia
palabras al teléfono,
recorre la casa persiguiendo quehaceres y
tareas, envejece,
vuelve a la ventana y mira las brasas arder,
luego apagarse.
3 comentarios:
buenísimo Mikel, groso. me encanta cómo el tipo de repente sigue ahí en la ventana, eso del tiempo no?
bueno capo te dejo, un abrazo Mikel muy bueno el poema
ah, te dejo el link a mi blog, últimamente estuve escribiendo mucha poesía pero también cuelgo fotos de cosas re artísticas y otras cosas copadas:
adoquinpesado.blogspot.com
chau maestro, seguí así
Mikel loco,
qué raro que el día de sant jordi estuvieses escribiendo esto. Se te va para todos los lados.
Por cierto, te dejo el link de mi blog, últimamente he estado escribiendo mucho y he colgado fotos
adoquinpesado.blogspot.com
Dale duro maduro
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