Una vez
(el otoño era profundo)
te acompañé a la puerta de tu casa
desde la facultad, era de noche
íbamos por una peatonal
había un viento fuertísimo
y las hojas muertas como locas
volaban por todos lados
se unían en remolinos y se apartaban
se frenaban en parabrisas y seguían
imitaban tu pelo y se iban
hacían de todo
Casi no te conocía
(aunque te conocía más que ahora)
y nos tuvimos que parar
porque era demasiado lindo
y (me acuerdo perfecto) un abrazo
espontáneo, que no salió de mí
ni de vos ni de los dos
sino de otra cosa, del momento
del movimiento de las hojas y la noche
del viento ese, de la niebla
(había niebla) mezclada con vos y yo,
nos mantuvo (el abrazo)
unidos un rato mientras miramos
el espectáculo de las hojas y la luna
(había luna) por encima del hombro
del otro en el viento
Después te regalé unos poemas
te llamaba
te buscaba por la facultad y por la calle
(no apareciste nunca)
pero no pudo ser, sin las hojas
el otoño, el viento, la niebla
(y la luna), no podía ser
Julia, o Judith, o Berta
ya ni me acuerdo de tu nombre
(era Berta, tengo tu número en el teléfono
pero no te preocupes, no te voy a llamar)
hace años que no te veo
pero te confieso ahora
que me acuerdo bien de eso
que si lo pudiera estar haciendo ahora
lo haría, un abrazo insignificante
(un paréntesis)
al que volver dentro de unos años
2 comentarios:
Buena, Michelle! Un poema poético.
yo tuve cuatro bisabuelas
tres de ellas se llamaban "Berta"
(la cuarta Victoria, y por suerte, ese es el segundo nombre que me tocó)
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